«Puede pasar cualquier cosa.Yo no estoy en el pellejo de los demás». Con tono de incertidumbre, e incluso triste, pero sin titubear. Paco Fernández lanzó una advertencia que deja al racinguismo en ascuas hasta el próximo 30 de diciembre, fecha en la que está citada la plantilla para regresar a los entrenamientos tras la vuelta de las vacaciones navideñas. «Algunos están a punto de caramelo», añadió el entrenador al ser cuestionado por la posibilidad de que ciertos jugadores tomen la decisión de no volver ante los reiterados impagos por parte del club. La voz del técnico sirvió para confirmar que en el vestuario del Racing se viven momentos insostenibles. Sirvió de mensajera. La voz de Fernández y la manifestación pública de apoyo, que al finalizar el partido se vivió en forma de invasión pacífica del campo por parte de la afición al grito de «¡Harry págales, Harry págales!». Andando. Ante la mirada atónita y permisiva de los cinco policías y cuatro guardas de seguridad que retrocedieron incapaces de ofrecer resistencia a la marea verdiblanca. Hasta el árbitro entendió que era de ley la acción voluntaria y espontánea de los hinchas en contra del Consejo de Administración y de sus reiterados incumplimientos, ya que ni tan siquiera lo reflejó en el acta.
Y es que «siempre hay una raya que no se puede superar». Los jugadores y el cuerpo técnico despiden el año líderes destacados en el grupo I de la Segunda B y clasificados para octavos de final en la Copa del Rey (eliminando al Sevilla de Primera), pero sin cobrar desde hace más de dos meses. Todos son jornaleros del fútbol. En El Sardinero ya no hay ningún futbolista de aquellos que cobraban un millón de euros al año (como en temporadas atrás). «Lo primero es tu familia, tus hijos y la situación ya es dramática», insistió el técnico. Los jugadores, agasajados y apludidos por la muchedumbre mientras salían del estadio, le colgaban el interrogante a la pregunta. «Yo, en principio estaré», admitió Juanpe. El canario está muy lejos de su casa. «Somos casi todos de fuera y es complicado vivir aquí sin ingresos.Es casi imposible». Sus palabras se unían a las de su entrenador. Algunos compañeros corrían evitando el compromiso de contestar a preguntas tan directas, como el caso del gallego Rubén Durán. «Tengo prisa hoy, ¿no os importa que lo dejemos para otro día?». ¿Habrá otro día? Otros se detenían por respeto, pero en su mensaje seguía sobrevolando la duda. «Yo voy a estar aquí hasta que aguante». Si la continuidad de los futblistas se reduce a una cuestión de aguante, el futuro cercano es peligroso.
La tarde era de contrastes. Mientras los futboistas daban comienzo a sus vacaciones con su trabajo más que de sobra hecho, dentro, en la rueda de prensa, el entrenador continuaba con su mensaje, resignado a su suerte. «Pienso en que no se va a ir ninguno.Quiero creer que todo se va a arreglar, que ascenderemos y que vamos a cobrar. Al menos dejádme que me vaya con esa idea». Esbozó una fingida sonrisa. Ni él mismo confía mucho en lo que dijo. A pesar de todo, hasta la fecha no ha habido ni una sola palabra fuera de tono y ni una sola acción desafortunada. Sin embargo «llega un momento que si no hay equipo, si la gente no aguanta...». No está prevista ninguna manifestación pública. Ningún plante.
«No se puede poner fecha»
No es un capricho de un día. Los jugadores y el cuerpo técnico llevan soportando mucho tiempo una intolerable situación. A los impagos se les suman las falsas promesas. «Las noticias que tenemos son que esperan poder afrontar alguna nómina, pero lo importante son los hechos». El alquiler, la luz... No se pagan con palabras.
Paco Fernández no se escondió. Contestó a todo y demostró ser aquello que ya apuntaban desde su Oviedo natal: Un caballero. «Si hay que marchar a mí me gustaría ser el último que abandone el barco. Cada uno tiene una situación. Yo no le puedo pedir al fisio, que dejó su clínica para venir conmigo, que haga esto o lo otro». Al llamamiento o la advertencia, según se mire, que ayer se lanzaba desde la rueda de prensa «no se le puede poner fecha. Nadie sabe que estado de ánimo habrá más adelante».
Aún así, el asturiano tuvo palabras de agradecimiento a la afición que «nos ha acompañado en momentos difíciles» y no quiso dejar escapar la ocasión de echar la vista atrás. «Cuando vine aquí la situación era dificilísima. Hubo que apagar muchos fuegos. Necesitábamos tiempo, metistéis mucha caña (en alusión a los periodistas) y ahora, aunque aún no es el equipo que queremos, sí es otra cosa. El tiempo me dio la razón y por eso estoy orgulloso y satisfecho de todos los jugadores y colaboradores». Su labor integradora en un vestuario nuevo y de lo más heterogéneo es indudable. Para Fernandez no es algo nuevo. «Yo cuando empecé en regional tenía que convencer a los jugadores para que vinieran a entrenar cuando se jugaba Champions. Mi misión es que haya equipo, pero la cabeza, a veces, es el 80%».
Fuera, en los aledaños del estadio, continuaban los gritos contra el Consejo y dentro, Fernández, que dejó su trabajo fijo (en excedencia) de profesor en Oviedo por aceptar el puesto de entrenador en un Racing que navegaba al pairo, mantuvo el discurso de su llegada, pero con matizaciones. «Nadie tiene más ilusión que yo por ascender, pero hay muchas cosas detrás, no sólo es ganar. Hay unas personas y unos sentimientos». No se puede decir más claro.
Fuente: El Diario Montañés