«Lo que había que hacer es una huelga y no ir al campo más», indica Fernando Campo Saiz. 78 años -más de cuarenta de socio- mientras apura un vaso de zumo sentado en la grada de La Albericia y al mismo tiempo ojea EL DIARIO MONTAÑÉS. Lo dice alguien que lleva «veinte años viéndoles entrenar por las mañanas». El Racing algo tiene. Medio centenar de aficionados han acudido a diario durante las dos primeras jornadas de entrenamientos. Algunos «un rato», como Luis Alberto Gómez. Otros, media hora. «Suelo venir por las mañanas cuando voy a comprar el pan», añade Jorge Bedia. Pese a la delicada situación, la estampa no es distinta a la de las últimas décadas. Un grupo de cinco seguidores montan su charla detrás de una portería. Otra docena en una banda, diez u once desperdigados junto a la cafetería... El que llega se suma a la conversación. Es un ritual.
Un grupo de jóvenes aspirantes a futbolistas disfrutaba en un campus veraniego, mientras se entremezclaban con los jugadores. «Oye, ¿tú quién eres?», grita el más atrevido. Los rostros conocidos han pasado a mejor vida. Sin embargo, el Racing algo tiene. Puede con todo. «Nos sigue ilusionando», reconoce Luis Miguel Toca, que junto con José Luis Fernández Toca, primos, comienzan su tertulia diaria en el pasillo que separa el campo 1 -donde normalmente entrena el primer equipo- y el número 2, lugar en el que se ejercita el filial. Todo parece normal. Sin embargo, los 'habituales' de La Albericia llevan la procesión por dentro. «No es lo mismo. Digan lo que digan, ya nada es igual», admite Francisco Pérez, el último en sumarse al corro. «Hemos estado muchos años en Primera y te acostumbras y ahora es una tristeza». Suspiros. Todos se conocen. Son una familia bien avenida que han convivido en lo bueno y en lo malo con el equipo de su tierra. No haberle dejado nunca sólo es para ellos una herida de guerra de la que presumir. «Aquí veníamos cuando el Racing estaba en Segunda B y en Tercera. Siempre había gente con el equipo y con un ambiente cojonudo», recuerda Toca, quien añade que «ya ha llovido» desde la última vez.
Aficionados de todo tipo
A medida que se indaga sobre el sentir de la afición, brotan los sentimientos. La Albericia es un foro de aficionados de lo más variopinto. Los hay nostálgicos. «En aquellos años el equipo era de la tierra. Jugaban veinte cántabros». También indignados. «Este es el peor momento de la historia, que yo recuerde. Se ha tocado fondo», sentencia Manuel Fernández, exentrenador del Racing en los años sesenta, setenta y ochenta. La voz de la experiencia.
Por edades, más de lo mismo. Los mayores se entristecen. «Es una pena verlo así», indica Antonio Pérez. Los adolescentes se lo toman a broma. «A mí lo que me parece mal es que se me ha fastidiado el derbi con la Gimnástica», añade mientras sonríe con ironía Francisco Pérez. Son las 11.20 horas de la mañana y los futbolistas (los pocos que quedan en el equipo mezclados con los del filial) se retiran del césped. Es el momento en el que los presentes comienzan a abandonar las instalaciones. Se retiran charlando. Cada uno con una historia que contar. Los veteranos, debido a su trayectoria, tienen datos para aportar. « Aquí se han vivido momentos difíciles como el ascenso a Segunda B con el gol de Pombo (Getafe). Se ha sufrido mucho, pero todo el mundo tenía ilusión. Ahora no queda nada», le dice Juan José Sánchez a Romualdo Torres. Las palabras de su amigo le hacen explotar. «Recuerdo cuando se iba en autobús a todos los sitios. Yo lloraba cuando bajaba el Racing... Ahora todo está muerto. La directiva se lo ha llevado todo».
El entrenamiento termina, pero en la grada, con el vaso de zumo vacío, continúa la conversación de antes. «Son unos mangantes. Al Racing ya no quiere venir nadie y a los que están les van a echar a todos», concluye Campo Saiz. Indignación e ilusión perdida. Eso sí, hoy, a las diez, volverán todos a su cita. La Albericia nunca se queda vacía.
Fuente: El Diario Montañés