El presente no sabe mirar para atrás. Es implacable y no le suele importar mucho el pasado. El Racing despidió 2013, el año en que cumplió un siglo de historia, como un funambulista que lucha por sobrevivir en su ejercicio más peligroso y atrevido y camina por una delgada alambre a punto de romperse para siempre. Con un descenso a Segunda División B en junio -el segundo consecutivo tras el cosechado de Primera a Segunda en 2012-, sin ingresos para afrontar el convenio de acreedores aprobado para 2014, sin dueño oficial a quién pedir cuentas, con sentencias sin resolver en los juzgados que afectan a su supervivencia, pero con un equipo líder en su grupo y con la vitola de "revelación" en la Copa del Rey.
De esta manera se despidió el año del centenario. Por no hablar del clima de crispación social que se vive, del daño irreparable que los dirigentes (actuales y anteriores) han generado a la entidad y de los impagos a los jugadores que impiden hacer un pronóstico fiel sobre lo que puede pasar mañana. Y sin embargo, 2013 será para el racinguismo un año para no olvidar. Doce meses en el que el sentimiento verdiblanco invadió a la melancolía y explotó un 23 de febrero al recordar a sus antepasados.
Ninguno de aquellos románticos que jugaron por primera vez en 'El Huerto del Francés' hace cien años imaginó que aquel grupo de amigos se convertiría en una entidad centenaria. Ni eso, ni que, precisamente, el año de su 100 cumpleaños el destino quisiera que fuera uno de los peores de su historia.
Mal desde el principio
2013 empezó mal. Muy mal. El equipo, tras su descenso a Segunda en mayo de 2012, comió las uvas coqueteando con el abismo. En el banquillo estaba José Aurelio Gay, el tercer técnico en cuatro meses tras Juan Carlos Unzué y Fabri. En la presidencia, Ángel Lavín, en cuya persona siempre pesará el honroso bagaje de ser el mandatario que bajó al Racing a Segunda y a Segunda B (aunque del primer descenso no se le puede culpar directamente). En el mercado de invierno se tiró la casa por la ventana: Quini, Juanmi, Crespí, Pinto y Andreu. Cinco fichajes de relumbrón para evitar el inevitable descenso. En enero también Ángel Lavín, Francisco Pernía (expresidente), José Campos (consejero) y Juan Antonio Berdejo (abogado del club) viajaron a Bahrein para saber qué planes de futuro tenía Alí Syed para el Racing. En ese momento, el empresario indio era el máximo accionista de la entidad, a la espera de que el Juzgado número 55 de Madrid fallara sobre la validez o no del contrato de compra-venta con Jacobo Montalvo (anterior propietario). Con el Racing sin un dueño legal, incumpliendo todo tipo de compromisos con sus acreedores y con el equipo muy cerca de un segundo descenso consecutivo, llegaba una fecha esperada: 23 de febrero.
La celebración del centenario fue de lo más variopinta. Ante la repulsa absoluta a la gestión de los dirigentes racinguistas, las peñas y la afición no contaron con el club para la celebración de los actos. Un éxito absoluto. La gente tomó la calle, Santander se tiñó de verdiblanco; exposiciones del pasado, recuerdos y anécdotas decoraron un día eterno. El equipo ganó 2 a 0 al Mirandés en El Sardinero y en su palco no hubo ningún representante de las instituciones públicas. Divorcio total. Al menos ese día sólo se lloró de alegría. La cruda realidad continuó días después. El equipo siguió perdiendo partidos. El Consejo de Administración se enmarañó en denuncias por alineaciones indebidas contra el Girona y el Guadalajara en busca de los puntos que no consiguió en el campo. Jairo, el jugador más determinante del equipo discutió con Gay y a la semana siguiente llegó el cuarto entrenador: Alejandro Menéndez. Con el asturiano se mejoró. Hubo quién, incluso, soñó con la salvación. Mientras tanto, el club continuaba su desmantelamiento interno con la aprobación de un ERE que afectó a los empleados domésticos además de comenzar una confrontación abierta contra el presidente de la Liga de Fútbol Profesional, Javier Tebas, por su supuesta «guerra sucia» contra el Racing. Lavín y Berdejo le acusaron de favorecer al Huesca (rival de los cántabros por la salvación) por su conexión personal y laboral con los oscenses.
La carrera en los despachos discurrió paralela a lo vivido en el césped. El Racing, entre marzo de 2012 y marzo de 2013, tan sólo en seis jornadas ocupó un puesto que no le condenara al descenso. La afición y el entorno comenzó peligrosamente a acostumbrarse. Una victoria en El Molinón por la mínima le permitió soñar. El deseo de que el equipo se salvara era tan grande como el de que los dirigentes abandonaran su cargo. La Asociación de Peñas, la Agrupación de Pequeños Accionistas, los exjugadores y los socios continuaron su campaña de denuncia de lo que estaba pasando en las altas esferas. Pero las sentencias y las decisiones judiciales dormían en un limbo jurídico que condenaba al club. En mayo, Alí Syed renunció a la propiedad de su 99% accionarial. Los gestores anunciaron una ampliación de capital que más tarde, unida a una operación acordeón, acabó suspendida porque, tras múltiples irregularidades en las prórrogas añadidas, no se consiguió el capital mínimo exigido (2,5 millones).
El 2 de junio, el Racing descendió matemáticamente a Segunda B en Ponferrada (2-2) tras desperdiciar una diferencia de dos goles. Pero la confirmación del descenso administrativo del Guadalajara dos días después abría otra puerta a la esperanza: en la última jornada debía ganar al Hércules (lo hizo 3-0) y que no lo hicieran ni Murcia ni Huesca. Los oscenses fallaron pero los pimentoneros no. Segundo descenso para el Racing en una semana. Un golpe muy duro.
Sin éxito en los despachos
Fue entonces cuando comenzó una frenética y desesperada lucha buscando la salvación en los despachos. Se acudió al Comité de Disciplina Deportiva buscando la razón y acusando de alineación indebida al Girona y al Guadalajara. Nada. Se soñó con que el Mirandés y el Lugo no cumplieran con su obligación de convertirse en Sociedad Anónima y así poder mantener la categoría. Tampoco. El club se vio involucrado en un caso de "amaño de partidos" con el Hércules y de una presunta estafa con el Girona.
Pasó el verano y por fin se cambió el chip. Paco Fernández dejó el Caudal y su trabajo (profesor) y formó una plantilla para jugar en Segunda B. De 18 partidos tan sólo ha perdido dos. Terminó el año como líder y el único equipo de Segunda B vivo en octavos de final de Copa. Todo esto sin que los jugadores cobren con regularidad. Mientras tanto, hace dos meses los Juzgados le devolvían el club a Montalvo, pero las alegaciones de WGA (la empresa de Alí Syed) vuelven a dejar sin cabeza al muñeco.
En los primeros días de 2014 se incorpora al club Carlos de la Dehesa, administrador judicial con la mera función de controlar las taquillas y que no supondrá la salida del actual Consejo, reclamado desde todo el racinguismo. Parece que sólo un milagro permitiría al viejo Racing sumar un año más, pero ¿hay alguien con más méritos contraídos para no concederle el beneficio de la duda? En el 'Huerto del Francés' siguen esperando ponerle más velas a la tarta de cumpleaños.
Fuente: El Diario Montañés