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Una jornada de fiesta para el racinguismo

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El viejo Racing ya tiene 101 años. Más de un siglo de pasión y dignidad. El convulso año del centenario tuvo ayer el mejor final, el más emotivo, el más sincero, el más feliz. Porque su salud es mejor que la de hace un año y porque se siente libre. Porque la comunión entre directiva, jugadores y afición es ejemplar y admirada en todos los rincones. Porque ya no hay nada que frene o impida el amor mutuo.

Los aficionados que alientan la existencia del sentimiento verdiblanco y las peñas que mantuvieron viva la lucha cuando todo parecía perdido se volcaron en los actos de celebración, que tuvieron la alegría plena y absoluta que faltó hace justo un año, cuando el club estaba secuestrado por Ángel Lavín y compañía. El domingo las sonrisas no eran forzadas, había muchas razones para celebrar un cumpleaños tan especial, el que cerraba un centenario histórico, en el que han pasado tantas cosas. Porque el Racing es diferente, siempre lo fue y siempre lo será. Por eso ha celebrado dos veces el centenario. Por eso en el partido que ponía el punto final a la jornada hubo que buscar un árbitro de categoría nacional en la grada para que sustituyera al lesionado López Huerta.

A las 15.30 horas el ‘¡Cumpleaños feliz!’ sonó alto, claro y diáfano en la plaza de Pombo, el epicentro de las celebraciones populares, sencillas pero sumamente simbólicas y emotivas. Los miles de aficionados allí presentes lo cantaron en honor de ese Racing, un miembro más de la familia, que proporciona tantas alegrías, ilusiones y tristezas. A esa hora, a esas tres y media de la tarde, hace 101 años, el 23 de febrero de 1913, se disputaba el primer partido de la historia del Racing, frente al Strong en el Campo de Sports de El Sardinero. «El gran match de football», tal y como anunciaban los carteles de entonces.

El multitudinario canto popular, dirigido por Bernardo Colsa desde el templete, marcó el ecuador y el punto álgido de una jornada que se guardará en la memoria colectiva de todo el racinguismo. Hasta el sol quiso apuntarse a la fiesta frente al frío y la nieve del pasado año cuando ni siquiera se sabía si habría más cumples...

Antes se había producido la ofrenda floral al busto del pintor Pancho Cossío, uno de los fundadores del club. Álvaro Zubieta, hijo de uno de los once jugadores que formaron la primera alineación del Racing, y Antonio Martín Sánchez, nieto del primer presidente de la entidad, fueron los encargados de depositar la corona de flores frente al busto de Cossío junto a diversos miembros de la directiva de la Asociación de Peñas Racinguistas, verdaderas responsables de la organización de los actos. Por eso los consejeros del Racing presentes en Pombo, como Raúl Serrano y Juan Gutiérrez Rebanal, prefirieron estar en un segundo plano en los actos y mezclarse anónimamente entre la afición. Incluso el presidente ‘Tuto’ Sañudo, al que los seguidores racinguistas le pidieron más fotos que cuando era jugador...

Zubieta y Martín Sánchez también fueron protagonistas del izado de la bandera del Centenario. Una enseña a la que le falta un trozo del escudo, que se diseñó en su momento para escenificar el secuestro al que estaba sometido el Racing desde la llegada de Lavín al poder tras la ‘aprobación’ del perseguido Alí Syed. Mientras la bandera iba ascendiendo por el mástil, las gaitas interpretaban el himno popular del racinguismo, ‘La fuente de Cacho’, que llegó a ser internacional en la reciente época de gloria deportiva del Racing por los campos de Europa. No fue el único sonido en verde y blanco de la jornada, porque por megafonía también sonaron el himno compuesto por Rulo ‘Tus cien primaveras’ y las canciones del disco ‘Racing calling’ en el que 16 solistas y grupos cántabros dedican otras tantas canciones al centenario club. Y junto al carrusel de caballitos, La Banda del Centenariu hacía las delicias de los presentes con los sonidos de sus gaitas, panderetas y tambores.

Un hormiguero de gente

Mientras los festejos se iban sucediendo y los aficionados llenaban cada vez más la céntrica plaza en un goteo constante e incalculable de gente, el olor a cocido montañés era cada vez más intenso. Las peñas ultimaban la comida y el reparto del millar de raciones, que comenzó en torno a las dos del mediodía. Las largas colas que se formaron indicaban que había hambre. Y el exquisito cocido invitaba a repetir. Tan sólo 50 minutos tardó en agotarse la inmensa olla. También se acabaron los chorizos (a la sidra y no a lo ‘Harry&rsquoGiño, el bacon, las sidras del Centenario... Solo sobró pan. Un éxito que también vivieron las tres nuevas camisetas diseñadas por la APR para celebrar el 101 cumpleaños, que se vendieron de forma copiosa: la verde, que hace un guiño a los orígenes británicos del fútbol; la negra, que refleja al Racing como primer y último amor –hay sentimientos que son perennes durante toda la vida, pase lo que pase–; y la blanca, que juega con las iniciales RRCy un balón de los de antes, de los de cuero cosido. Porque si este Racing tiene algo es historia, la que ha conformado el mayor patrimonio deportivo que ha tenido Cantabria nunca. Un equipo humilde pero bravo, que no acumula títulos pero sí pequeños grandes triunfos, ascensos, gestas y capítulos de dignidad.

Las conversaciones sobre el cambio de rumbo de la entidad, sobre la necesidad imperiosa de ascender, sobre el orgullo de unos jugadores y un entrenador que se han ganado el corazón del racinguismo se iban sucediendo en las tertulias entre los aficionados, provenientes de los más diversos puntos, desde Santander hasta Mataporquera, desde Castro Urdiales hasta Unquera... También se escucharon recuerdos pegados a la piel y al corazón de aquel gol clave, de aquella espectacular parada, de aquel jugador, de la positiva reconstrucción que vivió el Racing tras su último paso por Segunda B hace 23 años... Conversaciones en pequeños corrillos y ante cámara, porque los productores cántabros Rodolfo y Nano Montero aprovecharon los actos para grabar material de cara al documental que llevará al cine la historia del equipo de sus amores, el Racing de Santander, que al fin y al cabo «es la historia de la región a lo largo de los últimos 100 años». El propio Rodolfo Montero y Álvaro Oliva (realizador de la segunda unidad) dirigieron las operaciones de grabación de un trabajo que tendrá un fuerte componente emocional.

Y mientras los mayores hablaban, los pequeños racinguistas que se han incorporado al racinguismo al calor del actual fervor popular disfrutaban de los hinchables. En el Racing hay sitio para todos al calor de esta pasión tan inexplicable como contagiosa.

A cantar

Con los estómagos llenos y las gargantas calientes, era el momento de recuperar la agenda de actividades. Una de las sorpresas fuera de guión fue el homenaje que se brindó a Tommy, el encargado de dirigir los cánticos en la ‘Gradona de los malditos’, el director de orquesta de la zona más animosa y reivindicativa del estadio. La directiva de la APRle entregó un obsequio y él respondió en su papel, liderando a la afición a entonar los estribillos más populares de apoyo al Racing. ‘Harry’ tuvo su cuota de protagonismo y a su memoria fueron dedicadas algunas ingeniosas estrofas.

Fue el perfecto preámbulo al concurso de ‘relinchius’, todo un espectáculo. El objetivo era gritar lo más potente y sostenido posible uno de los cánticos más populares, ese que dice «¡Raaaaaacing! ¡Raaaaaacing! ¡Raaaaaacing! ¡A la vi! ¡A la va! ¡A la bim, bom, ba! ¡Racing! ¡Racing! ¡Ra, ra, ra!». El propio Tommy, en su papel de líder, incitó a la participación, que fue tan masiva como divertida. Manuel, de apenas 13 años, fue el valiente encargado de romper el hielo. Desde miembros de la APR hasta mujeres, adolescentes y niños se atrevieron a subir al templete para compartir sus gritos con los presentes, que coreaban como corresponde las distintas intervenciones. Ninguno de ellos participará en Eurovisión, pero ese no era el objetivo. Bernardo Colsa, en su último día como presidente de la asociación de peñas, declaró desierto el concurso para así «obligar» a realizar una nueva edición el año próximo, cuando el Racing cumpla 102. No hubo ganador pero sí uno moral, el niño Pablo Zubieta, bisnieto del mítico defensa de aquel primer partido de 1913, a quien obligaron a repetir su ‘relinchiu’.

Se acercaban las 15.30 horas, el momento de cantar ese ‘Cumpleaños feliz’, que fue precedido de una cuenta atrás. Este año el que «cumplas muchos más» no sonó a utopía. Está en las manos de Sañudo y su Consejo, de Hacienda, de las empresas que se han sumado a la causa, de los aficionados que están más implicados que nunca... Y se cantó, bien que se cantó el ‘Cumpleaños feliz’. Y después, ya con los 101 años recién cumplidos, los aficionados cogieron el mando de las operaciones para entonar el ‘Volveremos a Primera, volveremos otra vez...’ y otro tema adoptado como himno:‘Santander, la marinera’. Fue otro de los momentos más emotivos cuando las voces en forma de coro gritaron su cariño a la ciudad que tiene azul el alma y al viento su corazón, la que crió a Sotileza, la del hablar cantarina, la del tendal de ropa blanca y un jilguero en el balcón...

Pasacalles

Era el momento de empezar el pasacalles, de formar filas para dirigirse al estadio, de abandonar la Plaza de Pombo en dirección a El Sardinero, de comer asfalto. Cien, doscientos, quinientos, mil... El grupo fue creciendo y era momento de iniciar, pasadas las 15.45 horas, la ordenada marcha, encabezada por la bandera del centenario y los 150 músicos de La Banda del Centenariu, procedentes de grupos folclóricos de todas las esquinas de la región: Airis de Rumiría, Dúo Bajo Asón, Grupo Brañajana, Banda de Gaitas Cantabria, Gaitas Peña Gedíu, Gaitas San Pelayo, Bozainas del Junco, Las Estelas, Dúo Guriezu, Banduca de Peñarrubia, Cascabijas, Grupo de Danzas Virgen de las Nieves, Grupo de Danzas San Blas, Los Ventolines, La Jhila, La Hila de Vadinia, Grupo Valdinia, Garabanduya, Piterus del Andamio, y las Escuelas de Astillero (la Barquía), Colindres , Corrales, Laredo, San Vicente de la Barquera, Santander, Somahoz, Torrelavega y Val de San Vicente. Y detrás de los músicos, un infinito abanico de aficionados ataviados de verde y blanco. Ayer no había más colores posibles.

‘La fuente de Cacho’ marcó el pistoletazo de salida del recorrido, que no subió por la Alameda Primera pero sí por Hernán Cortés en paralelo al mar bravío, Puertochico, Casimiro Saiz, el túnel de Tetuán... De Pombo salieron muchos, pero al Sardinero llegaron muchos más. Cerca de 4.000 personas, calculan las peñas. Quizás más. La gente salía de los portales, de los bares, de las calles adyacentes... La marea verde fue arrastrando fieles hasta tal punto que hubo que detener la marcha a la entrada del túnel de Tetuán para organizar a la tropa. «Venga, la bandera delante». Las ganas de celebrar de los más jóvenes eran incontrolables y a veces sobrepasaban a la cabeza de la comitiva. Los participantes en el pasacalles comían asfalto mientras la música regional de las gaitas se mezclaba con los más apasionados cánticos futbolísticos en una singular fusión. También aparecieron las bengalas, los petardos y humos de colores.

Una hora después, la marea convertida en tsumani llegó a su hogar, a los Campos de Sport de El Sardinero, cuando el reloj se acercaba a esa hora tan futbolística de las cinco de la tarde. Quedaba dar una vuelta alrededor del estadio para que el pasacalles muriera junto a la entrada principal del estadio, allí por donde los futbolistas acceden a su particular teatro de los sueños. Un aplauso colectivo puso el punto final a una marcha donde todos y cada uno fueron protagonistas y donde no se produjo ningún incidente. Un ejemplo de civismo. La atención, a partir de ese momento, se trasladaba a lo que iba a pasar dentro del campo.

Viejo Racing, que bien te sientan tus ciento una primaveras. ¡Que cumplas muchas más!

Fuente: El Diario Montañés


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