El Racing se ha proclamado campeón de Liga del Grupo I en División de Honor tras derrotar al Orense por dos a cero y gracias al empate sin goles entre Celta y Atlético Perines. Un grupo de jugadores cohesionado y no carente de talento, jornada tras jornada ha ido demostrando su buen hacer, y ha visto recompensado su trabajo a falta de disputarse aún la última jornada, con la conquista de la liga.
Una quinta en la que hay depositadas muchas esperanzas: los técnicos que se dedican al fútbol base en la región dicen que es la mejor generación de los últimos años, por talento individual, por calidad técnica, por capacidad física y por competitividad. Y fuera de Cantabria hay muchos ojos atentos. Los elogios se multiplican hacia un equipo que parece dispuesto a ser el elegido para hacer soñar a los aficionados verdiblancos. Después de encadenar quince jornadas consecutivas sin conocer la derrota, aventaja en siete puntos al segundo clasificado a y además, ya están clasificados para disputar la Copa del Rey.
El premio de ser campeones de su grupo será competir los días 5, 6 y 7 mayo con los otros seis primeros y el mejor segundo de los otros grupos para dilucidar quién es el mejor de España, es decir, jugar contra Real Madrid, Barcelona, Valencia, Real Sociedad... Palabras mayores. Solo hay un precedente en el que el Racing juvenil haya sido campeón de su grupo con el actual sistema de competición: fue en la temporada 2010-11, en un equipo del que formaban parte Dani Sotres, Jairo, Jaime Isuardi, Quique Rivero, Tato...
Ayer necesitaba derrotar al Ourense y que el Celta no sumase los tres puntos. Cumplió con creces con su parte al ganar con cierta facilidad a su rival, y después esperó el marcador final de los vigueses, que finalmente no pudieron imponerse al Perines en el encuentro disputado en Pontevedra.
Generación con futuro
Los juveniles del Racing recibieron al Orense con ilusión, respeto pero sin miedo. Desde qué el balón echó a rodar por el césped, los locales en ningún momento dieron la impresión de nerviosismo ni de ansiedad. Jugaron con calma, seguros de sí mismos, movieron el balón de un lado a otro tratando de hallar los huecos.
El Racing se fue el descanso con ventaja gracias al gol en propia puerta de los gallegos. Mejor el equipo santanderino, bien posicionado sobre el terreno, moviendo con buen juicio el balón - recepción, control y pase - y manteniendo de esa forma la posesión durante la mayor arte del tiempo. Los de Orense se toparon así con dificultades a la hora de sobrepasar la línea de tres cuartos, y sus llegadas fueron algo tímidas.
El tanto fue un bálsamo aún mayor para un Racing que ya de por sí había empezado calmado. Se dedicó a partir de ese momento a buscar el segundo, pero la presión de su oponente y la dificultad para enlazar el último pase se lo impidieron. A cinco minutos del descanso pudo haber sentenciado el partido, pero el lanzamiento de Rubén, uno de los más destacados del partido, se estrelló contra un defensor.
Mejoró la capacidad ofensiva del equipo local en la segunda mitad. Aprovechando que el rival dejaba más espacios y buscaba la forma de abrir brecha en la defensa recurriendo a los balones en profundidad, el Racing creó más ocasiones que en el primer tiempo.
Rubén protagonizó varias de ellas, y pese a su participación y dinamismo, no tuvo su mejor día chutando a portería. Unas veces por mala puntería y otras por la intervención del portero, se quedó sin marcar un gol que hubiera merecido. Quien sí marcó fue Concha, que arrancó por la derecha en diagonal hacia el área y, tras pisar ésta, encaró al guardameta y lo batió con un tiro fuerte y raso.
El segundo gol verdiblanco dejó las cosas claras: el partido era ya historia. Sólo quedaba esperar el resultado del Celta. Y así llegó el título.
Fuente: El Diario Montañés