Al Racing le da vértigo la zona baja, se enreda en ella. Paradójicamente, a los verdiblancos les entra el mal de altura cuando se enfrentan a los equipos de la parte baja de la clasificación. Merece una reflexión. Exceso de confianza, relajación, falta de intensidad, dificultades para superar a conjuntos que renuncian a llevar la iniciativa del partido... Muchos son los factores que confluyen para explicar una realidad meridiana. Que el líder no consiga ganar a los más débiles no deja de ser una contradicción que solo en el fútbol encuentra respuesta. El líder con menos derrotas de toda la Segunda B no ha sido capaz de ganar en el campo de los tres equipos que en la actualidad ocupan los puestos de descensos en su grupo:Noja, Celta B y Caudal de Mieres. El pasado domingo cerró el ciclo negativo no pasando del empate a cero en La Caseta y ni tan siquiera logró marcarle un gol al colista, un club que no gana un partido desde el pasado 20 de octubre y que lleva encajados la friolera de 62 tantos. Todo un dato.
«El que se confíe irá en contra de su profesionalidad y contra mí», había advertido Paco Fernández, a quien ayer, en La Albericia, aún no se le había quitado la cara de enfado. El técnico hizo lo que pudo para que no ocurriera, pero hay cosas que es complicado evitar. En Noja ocurrió algo muy similar a lo que ocurrió en Mieres ante el Caudal. El ambiente de euforia debilitó la fortaleza del líder.A la localidad asturiana el equipo llegó en el primer puesto en lo que era su primer desplazamiento tras la salida de la anterior directiva encabezada por Ángel Lavín. Se dejó empatar el gol de Rubén Durán, sufrió y lo pasó mal para arrancar un punto.
El pasado domingo, en Noja, todo el mundo tildaba el partido de puro trámite a excepción del entrenador que lo calificó de «trampa». Ni intensidad, ni fútbol ni nada. La primera parte del pasado domingo fue la peor que se recuerda este año. Ante el Celta B, más de lo mismo, aunque aquí el estado del campo puede servir como excusa. En Barreiro a los racinguistas les faltó de todo, terminaron perdiendo (1-0) con el filial celeste y, de nuevo, se mostraron incapaces de marcarle a uno de los equipos que más goles encaja del campeonato (55). Acusar a algo tan difícil de medir como la relajación o echar todas las culpas a una variable incuantificable como el exceso de confianza no es del todo preciso. Existen otros argumentos que influyen en gran manera. «Hay rivales y escenarios que te motivan por sí solos», reconoció ayer Rubén Durán. No hay más que repasar los dos partidos que el Racing jugó ante el Real Oviedo –en el Carlos Tartiere (2-3) y en El Sardinero (2-0)–, en el más que complicado campo del Avilés (0-2) o frente al Guijuelo (1-0) y con el Racing de Ferrol (1-0), los dos en Santander, para comprobar que el equipo fue otro. No hay duda. Contra sus cuatro inmediatos perseguidores el Racing ha ganado cinco de los ocho enfrentamientos disputados y solo ha perdido uno, en A Malata (3-2).
El futbolista es humano, pero su inconsciente pérdida de deseo por ganar puede tener un origen. Si se baja la necesidad, si desciende el ‘apetito’ del triunfo, el grupo se hace vulnerable. Los datos son incontestables.
«Yo impediré que alguien se relaje», afirmó el técnico racinguista en el momento en el que su equipo, con siete puntos de ventaja sobre el segundo clasificado, empezó a saborear su condición de campeón de grupo. A buen seguro, el asturiano ha puesto todo el empeño, pero la relajación ha llegado. Y las rotaciones, dejando en el banquillo a Miguélez y Saúl contra el Noja, evidencian que también el míster quizás esté pensando en algo más que en el siguiente partido.
Jugar incómodo
Hasta ahora el análisis tan solo ha apelado a constantes subjetivas. No obstante, en el fútbol, afortunadamente, no todo está sujeto al terreno de lo personal puesto que se trata de un deporte colectivo. Los planteamientos y los sistemas juegan un papel preferente en la consecución de los resultados finales. En este capítulo es donde el Racing merece un estudio pormenorizado. Su forma tan marcada de jugar, basada en el orden posicional, sin apenas asumir riesgos, la presión y la espera del error del rival para salir rápido al contragolpe, choca frontalmente con los estilos de los más débiles, en teoría, ya que son semejantes.Polos iguales se repelen. Al excesivo recelo que sus rivales de la zona baja tienen de jugar contra el líder se suma que el Racing se encuentra incómodo cuando el contrario renuncia a tomar la iniciativa. Esta circunstancia le ha hecho sufrir con los ‘pequeños’ y, sin embargo, superar con soltura a los ‘grandes’. La velocidad de Koné, los desmarques de ruptura del delantero y el peligro que tiene el planteamiento de Paco Fernández cuando el rival deja espacios le hace mortal de necesidad, pero también vulnerable cuando le juegan con la misma fórmula.
El Noja desnudó unas vergüenzas ya conocidas y el técnico salió «decepcionado» y resignado a la evidencia. Por ello, a las puertas de la fase de ascenso es indudable que el cuerpo técnico mira de reojo a los rivales que le pueden tocar. Actualmente en un hipotético sorteo entrarían el Leganés, Atlético Baleares y Albacete. La entidad y la necesidad de ascenso del los manchegos le convertiría en apetecible para el Racing.Por contra, la modestia de los insulares le pondría en problemas si se empeña en hacer cumplir la repetitiva teoría de esta campaña. Pero solo es teoría...
Fuente: El Diario Montañés